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REDACION
EFECTIVA
Significa compilar
las ideas en un texto. En un sentido más preciso consiste en expresar por escrito los pensamientos
o conocimientos ordenados con anterioridad. Además, redacción es la acción de escribir correctamente argumentando una serie de ideas o pensamientos que además de tener relación entre sí, tienen una respectiva sucesión para llegar a una conclusión final o desenlace.
APRENDISAJE
La
redacción juega un papel fundamental en la escritura, de su eficacia dependerán los
resultados de nuestro texto (sea éste una carta comercial, el contenido de una
página web, un correo electrónico o una solicitud de empleo).
EJEMPLO
1.
Ideas claras
¿Qué quiero decir?, ¿cómo quiero
decirlo?, ¿para qué asignatura es?… Estas y otras preguntas son las que nos
debemos hacer antes de ponernos a escribir. Lo principal es que tengamos muy
claro de qué vamos a hablar antes de empezar, para que la redacción no se nos
complique y acabe siendo liosa. Hacer un esquema con las ideas principales y
secundarias del texto y lo que va en cada tema o lo que no se nos puede olvidar
contar, nos va a ayudar a organizarnos.
2.
Frases cortas
Si el texto que vamos a escribir no es
solo para nosotros, entonces lo suyo es que pensemos en el pobre lector. Hay
que intentar que nos entienda. Bueno, más que intentar, hay que conseguirlo. Si
no somos un Cervantes en potencia, mejor que nos centremos en escribir frases
cortas y nos olvidemos de interminables subordinadas. Trasmitir de forma
sencilla y concisa la idea siempre dará buen resultado.
3.
Adjetivos go
away
Un adjetivo bien usado ayuda a
describir lo que queremos decir. Da color al texto. Pero no nos dejemos engañar
por su apariencia inocente de complemento del sustantivo, no. El adjetivo es un
ente malvado que crea adicción y convierte cualquier texto sencillo en una
rimbombante compilación de palabras llenas de florituras, que trasmiten
imágenes repelentemente cursis. Y peor aún es la capacidad de este recurso para
convencernos de que escribimos bien cuando realmente es mentira: es como
embadurnarse en colonia para no ducharse, cuela al principio, pero tras una
semana así, es probable que nuestros amigos dejen de llamarnos para quedar.
Por
muchos adjetivos que añadamos al texto, no van a tapar los errores en la
redacción. Hay que ser muy emo para
soportar un texto plagado de lánguidas y hermosas rojas rosas sobre una suave y
vieja colcha de oscuro terciopelo negro como una fría noche sin pálidas estrellas.
4.
Sin perdón de Dios
A estas
alturas, con el corrector del Word, los correos electrónicos de la Fundéu y la
Real Academia en una aplicación del móvil, cometer faltas de ortografía es
pecado mortal. Y no porque no podamos fallar, que podemos, sino porque tenemos
que revisar lo que escribimos. Hay que dudar de nuestra fiabilidad y comprobar
si hemos metido la pata, enterarse de las novedades en el lenguaje (palabras
que se admiten, cuáles se usan mal, etc.), y poner bien los acentos (por
ejemplo en este blog,
donde nos explican de forma muy sencilla lo que lleva tilde y lo que no para
que nos enteremos de una vez). No podemos presentar un buen trabajo académico que tenga faltas, sea el
profesor como sea y de lo que sea.
5.
No se escribe como se habla
La construcción del lenguaje hablado y
del escrito son diferentes. La redacción de un artículo periodístico o de un
trabajo para la universidad no puede ni debe ser un texto literario, pero
tampoco una conversación con los colegas. Tanto si nos decidimos por un estilo
distendido, uno más neutral o uno de carácter académico, debemos cuidar que las
frases no sigan el patrón de una conversación, sino el de una redacción. Cada
frase debe tener sujeto, predicado y los complementos necesarios, y cada idea
debe estar enunciada y concluida, sin que se quede nada en el aire. Una buena
comprobación de que no funciona lo de escribir como hablamos, es el grabador de
mensajes por voz del Whatsapp: si grabamos una conversación sin esforzarnos en
cuidar el lenguaje, al leer el mensaje veremos que el resultado es rarísimo.
6.
Los puntos y las comas no son un elemento decorativo
El lector necesita respirar y
comprender. Nosotros necesitamos concluir las ideas, enumerarlas, explicarlas.
Puntuar correctamente es indispensable para redactar bien y además nos ayuda a
organizar nuestros pensamientos para que el texto no sea caótico.
7.
La manera más sencilla de quedar fatal
No por poner un montón de palabras
“cultas” va a parecer que sabemos más. Si normalmente no están integradas en nuestro
vocabulario, puede que no las usemos bien o que el texto quede muy forzado.
Antes de hacer el ridículo usando un palabro superrebuscado donde no debería
estar, mejor que expliquemos lo que queremos decir de una manera simple y
honesta. Lo importante es comunicar y que el lector nos entienda, no alimentar
nuestro ego a base de esdrújulas. Eso sí, es imprescindible tener cuidado con
repetir todo el tiempo las mismas palabras. Un diccionario de sinónimos nos va
a venir de perlas para enriquecer nuestra redacción.
Escribir
maravillosamente es un arte reservado a unos pocos afortunados, pero escribir
bien y de forma correcta lo podemos hacer todos y la buena noticia es que como
mejor se aprende es leyendo y
practicando. Además de fácil, divertido. ¿Qué más se puede pedir?
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